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“¡A la una… a las dos… y a las tres!”, “¡el que no se escondió se embroma!”, “pica para todos mis compas”, “basta para mí, basta para todos”, “pierde el turno”, “¡pinta!”, etc.
Turnos, instrucciones, frases, explicaciones. Cada vez que un juego comienza hay reglas que cumplir.
¿Se puede jugar a la mancha sin límites en la cancha? ¿Se puede jugar a los dados sin definir turnos? ¿Se puede jugar al “Piedra, papel o tijera” sin decidir previamente si se muestra la forma de la mano después de decir “Piedra, papel o tijera” o después de decir “Piedra, papel o tijera, ya”? ¿Se puede jugar al ajedrez sin decidir al principio qué color usará cada jugador?
Todo juego tiene sus reglas, sus límites, sus formas de jugar. Sin ellas, ninguno sabría cómo jugar, cómo ganar y ni siquiera cómo perder.
Hace muchos muchos años, en el Monte Sinaí, Dios le entregó al Pueblo Judío las Tablas de la Ley. En ellas, explicó las reglas del juego: cómo vivir con los demás, cómo ser buenas personas. En ese momento Dios entregó los 10 mandamientos, las Aseret Hadivrot, que son las reglas básicas que tenemos que cumplir en la Tierra.
¿Cuáles son?
Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No tendrás otros dioses.
No tomarás el nombre de Dios en vano.
Recordarás el día de Shabat.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No cometerás actos impuros.
No robarás.
No mentirás.
No codiciarás los bienes ajenos.
¿Qué importantes son, no?
Sin ellos, nadie sabría cómo vivir, cómo compartir con otros. Un mundo sin reglas, sería imposible de habitar en paz. Las reglas, así como en los juegos, nos delimitan, nos marcan un camino para caminar junto a otros de la mejor forma.
A continuación vas a encontrar un juego muy divertido. ¿Cuáles son sus reglas?